La buena vida
Aunque no tenga poco más de 15 años ni menos de 18 como espera Fernando Savater, he disfrutado de su Ética para Amador donde estimula el desarrollo de librepensadores.
Hay cosas que nos suceden y que no dependen de nosotros, pero aún así gozamos de libertad:
No somos libres de elegir lo que nos pasa (…), sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo.
Muchas cosas las hacemos por cumplir órdenes, por costumbre o por capricho, pero libertad es decidir y darnos cuenta de que estamos decidiendo. Algo que nos puede resultar muy útil es pensar las cosas dos veces:
- ¿Por qué hago esto?
- Vale, lo hago porque …, pero ¿por qué …?
Por ejemplo:
(…) actúo así porque es costumbre. Pero ¿por qué diablos tengo que hacer siempre lo que suele hacerse (o lo que suelo hacer)? Ni que fuera esclavo de quienes me rodean (…)
Una acción nunca es buena únicamente porque sea una orden, una costumbre o un capricho:
Para saber si algo me resulta de veras conveniente o no tendré que examinar lo que hago más a fondo, razonando por mí mismo.
Y es que cuando somos pequeños igual es suficiente con hacer las cosas por ser obedientes, por costumbre o por capricho, pero tenemos que madurar:
(…) hacerse adulto, es decir, capaz de inventar en cierto modo la propia vida y no simplemente de vivir la que otros han inventado para uno. (…) para ser hombres y no borregos (…)
Y por eso es importante la ética:
Moral es el conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos; ética es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras morales que tienen personas diferentes.
Y por eso un buen lema para ética es Haz lo que quieras:
No le preguntes a nadie qué es lo que debes hacer con tu vida: pregúntatelo a tí mismo.
La ética se trata de averiguar cómo vivir mejor, darse una buena vida, pero:
(…) una buena vida humana. (…) La buena vida humana es buena vida entre seres humanos o de lo contrario puede que sea vida, pero no será ni buena ni humana.
No sólo somos una realidad biológica, sino también cultural:
Por eso hablar a alguien y escucharle es tratarle como a una persona (…) Hay otras formas de demostrar que nos reconocemos como humanos, es decir, estilos de respeto y de miramientos humanizadores que tenemos unos para con otro. (…) la humanización es un proceso recíproco (…) Para que los demás puedan hacerme humano, tengo yo que hacerles humanos a ellos (…) darse la buena vida no puede ser algo muy distinto a fin de cuentas de dar la buena vida.
Y tomarse en serio la libertad es ser responsable. Muchas veces oímos que toda libertad conlleva una responsabilidad:
Y no vale la trampa de esperar a ver si el resultado es bueno o malo antes de asumir si soy o no su responsable.
Responsabilidad no es sólo la honradez de asumir que nos hemos equivocado sin buscar excusas:
Responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, me va definiendo, me va inventando. Al elegir lo que quiero hacer voy transformándome poco a poco. Todas mis decisiones dejan huella en mí mismo antes de dejarla en el mundo que me rodea.
¿Y qué es tratar a una persona como a una persona, es decir, humanamente?
(…) consiste en que intentes ponerte en su lugar (…) de tomar en cuenta sus derechos. Y cuando los derechos faltan, hay que comprender sus razones.
Pero:
Tomarte al otro en serio, es decir, ser capaz de ponerte en su lugar para aceptar prácticamente que es tan real como tú mismo, no significa que siempre debas darle la razón en lo que reclama o en lo que hace. (…) Ponerte en el lugar del otro es hacer un esfuerzo de objetividad por ver las cosas como él las ve (…)
Y como último consejo:
Ya que se trata de elegir, procura elegir siempre aquellas opciones que permiten luego mayor número de otras opciones posibles, no las que te dejan cara a la pared. Elige lo que te abre: a los otros, a nuevas experiencias, a diversas alegrías. Evita lo que te encierra y lo que te entierra.
Siempre con confianza en uno mismo.
Y sin olvidar la “nave” en la vivimos:
El buen huésped procura no sólo ser fraterno con sus semejantes sino también respetar y cuidar al máximo la casa en la que se hospeda o en la que hospeda a otros. Tal “casa” de todos es precisamente el planeta que habitamos. (…) De modo que la hospitalidad bien entendida - es decir, éticamente entendida - empieza por preocuparnos del buen mantenimiento de esta “nave” interplanetaria en la que viajamos por el cosmos todos juntos… aunque sea trazando círculos.